A veces estamos tan preocupados por el bienestar de la persona a la que estamos cuidando, que olvidamos nuestras propias necesidades. “Quemamos la vela por los dos extremos” y acabamos exhaustos, emocionalmente estresados o enfermos, y comprometemos nuestra propia calidad de vida y nuestra capacidad para cuidar de nuestro familiar.

Algunas reglas básicas para los cuidadores

 Conservar nuestra propia salud física y emocional es algo que nos debemos a nosotros mismos y que le debemos a nuestras familias. Podemos lograrlo si:
  • Dormimos lo suficiente
  • Seguimos una dieta saludable;
  • Hacemos ejercicio y nos mantenemos en forma;
  • Elegimos a los profesionales de asistencia sanitaria adecuados y nos hacemos chequeos médicos con regularidad;
  • No abusamos del alcohol ni de las drogas;
  • Tenemos una vida social activa con familiares y amigos;
  • Intentamos lograr nuestros propios objetivos;
  • Buscamos ayuda por parte de familiares, amigos, profesionales;
  • Utilizamos servicios, a domicilio y basados en la comunidad, adecuados.

No olvide que es normal sentirse enfadado, frustrado, o deprimido de vez en cuando. Cuidar de una persona necesitada puede ser una tarea difícil además de una tarea gratificante. Si se siente estresado, enfadado, o deprimido:

  • Tómese un respiro. Aléjese de la situación en cuestión, aunque sólo dé la vuelta a la manzana;
  • Hable con alguien de confianza;
  • Llame a un número de atención personal;
  • Hable con su médico u otro profesional de la salud;
  • Escriba sus sentimientos en un diario.

Si encuentra que está enfadado o deprimido con frecuencia o que sus emociones empiezan a estar fuera de control, puede intentar recibir consejo profesional, o descansar de su labor de cuidador mediante la utilización de servicios de alivio de la carga, grupos de ayuda para cuidadores, y servicios de ayuda a domicilio.