El objetivo del cuidador, con formación y experiencia adecuadas, es convertirse en el asesor personal de su paciente, para que con la terapia indicada por los médicos y su propio buen hacer, sea capaz de mejorar los resultados que se conseguirían sin su presencia, obteniendo pequeños logros diarios que mejoren tanto la autonomía, como y esto es más importante, su propia autoestima, estableciéndose una relación entre cuidador-paciente, que motive y anime al enfermo para seguir peleando en pos de una mayor calidad de vida.

Cuando surge la necesidad, por problemas de edad o de enfermedad, de incorporar a un cuidador para atender a un familiar, normalmente el planteamiento de las familias es incorporarlo para descargar a los familiares de la responsabilidad y la dedicación que exige el cuidado de un enfermo o de una persona dependiente.

Este planteamiento, sin duda correcto, hace que en ocasiones olvidemos que dentro de las responsabilidades de un cuidador profesional, además de figurar el acompañamiento y el cuidado del paciente, también es parte importante de su trabajo, cuando ello es posible, el potenciar la autonomía del dependiente.

Se olvida que los cuidadores profesionales, gracias a su formación y experiencia van a conseguir resultados que en la mayor parte de las ocasiones la familia no es capaz de vislumbrar. No solamente van a responsabilizarse del cuidado diario del enfermo; de su aseo, alimentación, medicación, etc. Sino que van a lograr que el enfermo o dependiente vaya logrando resultados reales en la consecución diaria de sus objetivos.

Se debe contemplar al cuidador como un trabajador especializado que va a dedicar su tiempo y buen hacer profesional para conseguir rehabilitar, en la medida de lo posible a la persona a la que cuida.

Es verdad que en muchas ocasiones no es así, el cuidador realiza el papel de suplente en los cuidados familiares, tanto debido a la falta de profesionalidad de un gran número de cuidadores, como a la falta de exigencia del círculo familiar. Muchos cuidadores suplen la falta de formación necesaria para este trabajo con grandes dosis de paciencia y disposición; pero esto no es suficiente, no todas las personas sirven para todos los trabajos, ni todas las personas saben realizar todos los trabajos.

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Por tanto, en el momento de precisar el trabajo de un cuidador para la atención de un familiar, es preciso efectuar una selección como la que se realizaría para seleccionar el candidato idóneo para cualquier otro puesto de trabajo.

Seleccionar en función de la formación y la experiencia, aunque también indudablemente prestando atención a la calidad humana y la vocación por su trabajo que se puedan intuir.

Sin olvidar que en todo momento, lógicamente dependiendo de la situación del paciente y una vez atendidas sus necesidades, el objetivo principal del cuidador es potenciar la autonomía y la autoestima de la persona cuidada para que cada día sea capaz de llegar un poco más allá, obteniendo pequeños logros diarios que le dispongan para seguir luchando.