Conocido también como acromelalgia, el síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico que provoca el movimiento brusco de las extremidades y que afecta fundamentalmente al sueño, durante el que se pueden experimentar sensaciones de hormigueo, escalofríos, quemazón o incluso dolor, lo que en definitiva provoca la necesidad de moverse. Aunque prácticamente desconocido para muchos, según datos médicos se estima que afecta al 15% de la población de entre 18 y 65 años.

El síndrome de las piernas inquietas (SPI) es un trastorno neurológico que provoca, a su vez, una alteración del sueño mermando su calidad, ya que es precisamente durante el descanso o reposo cuando aparecen los movimientos bruscos de las piernas (mioclonías) y sensaciones, como hormigueo o escalofríos, que nos obligan a mover las extremidades inferiores. Según datos médicos se calcula que el 15% padece síndrome de las piernas inquietas, cuya prevalencia además aumenta con la edad.

La causa de este síndrome sigue siendo todavía una pregunta sin respuesta, si bien los médicos y especialistas no descartan que tenga un componente genético, ya que se calcula que un tercio de los pacientes presenta en su historial clínico antecedentes familiares (lo que se denonima SPI primario o familiar). Sin embargo, no es la única hipótesis, ya que también se considera que la causa podría estar relacionada con una disminución de la dopamina, el neurotransmisor cerebral responsable de la coordinación y de la realización de los movimientos. Asimismo, los expertos también consideran que hay otros factores de riesgo. Así, además de la edad, la carencia de hierro o el padecer trastornos como la diabetes, artritis reumatoide o insuficiente renal también puede hacernos más vulnerables al síndrome de las piernas inquietas.

La necesidad de mover las piernas durante la noche provoca un empeoramiento de la calidad del sueño, ya que el paciente tiende a despertarse con mayor frecuencia, lo que puede terminar provocando problemas de insomnio. La falta de descanso lleva parejo además otro problema, y es el de empeorar los síntomas durante el día (mayor inquietud, piernas doloridas), al tiempo que puede hacernos sentir más irritables, cansados y apáticos.

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Síndrome piernas inquietas: Diagnóstico

Ocho de cada diez personas con SPI sufren movimientos bruscos de las piernas durante el sueño, los cuales suelen tener una duración de poco más de veinte segundos, pero suficientes para interrumpir el sueño y mermar el descanso. De hecho, el insomnio es una de sus principales consecuencias. El cansancio y la somnolencia pueden empeorar los síntomas, por lo que el diagnóstico y tratamiento también tienen en cuenta los trastornos asociados que conlleva.

Revisar nuestro estilo de vida también nos puede ayudar a controlar y mejorar los síntomas del SPI, desde evitar las bebidas excitantes en una dieta sana y equilibrada a realizar actividades como pasear, tomar baños relajantes y practicar ejercicios de estiramientos, una terapia que se puede complementar con yoga o tai chi, entre otras.