Los primeros síntomas de la demencia son leves y raras veces son asociados a una posible enfermedad. El paciente tiene ligeras alteraciones de la memoria, que se confunden con cansancio en muchas ocasiones, pero él puede no ser consciente de estos olvidos. Suelen ser los compañeros de trabajo o la familia los que ven una pérdida de la eficacia, un mayor número de errores, y una mayor dependencia de agendas y anotaciones para recordar las tareas (demencia leve).

Posteriormente el paciente con demencia tiene dificultad para mantener sus relaciones sociales, olvida nombres propios, citas o conversaciones, repite varias veces la misma pregunta porque no retiene las respuestas… El paciente está cada vez más desorientado, no cumple compromisos sencillos, y puede perderse al realizar recorridos habituales (demencia moderada).

Cada día olvida más sucesos y se muestra más indiferente hacia su entorno y la sociedad en general, empieza a necesitar ayuda para llevar a cabo las actividades básicas de la vida diaria, y tiene problemas graves con el lenguaje; además, presenta cambios bruscos en el humor y alteraciones emocionales. Por último, pierden todas las facultades mentales, no reconocen a los familiares, y son totalmente dependientes (demencia grave).

Los principales síntomas de la demencia que manifiestan la mayoría de las personas son:

  • Pierden la noción de su propia identidad y del tiempo.
  • Tienen alucinaciones y delirios, y a veces su comportamiento es violento.
  • No pueden realizar por sí mismos tareas habituales y sencillas.
  • Sus patrones de sueño se ven alterados, y se despiertan con frecuencia durante la noche.
  • A menudo sufren incontinencia.
  • Pueden tener problemas para deglutir.
  • Es difícil comunicarse con ellos porque no entienden el lenguaje, y hablan de forma confusa, o no utilizan las palabras correctamente.

Los pacientes suelen fallecer por neumonía u otra infección porque, tras 5-10 años de evolución de la enfermedad, sus defensas están disminuidas.