El hecho de que el cuidador adopte una actitud positiva y adecuada facilita la relación con el enfermo. Esta actitud puede reflejarse en una serie de comportamientos que comentamos a continuación:
- Respetar las pequeñas cosas de cada día, puesto que para el enfermo pueden ser muy importantes (su intimidad en el baño o al desnudarse), no hablar de él ante otras personas, respetar sus creencias, sus costumbres y sus gustos…
- Expresar los sentimientos de aprecio con palabras afectuosas y con caricias; estimularle para que demuestre su afecto; se receptivo ante cualquier forma de expresión. Es conveniente mantener el sentido del humor, ya que en muchos casos aún es capaz de reir, y eso le beneficia.
- Sentir empatía, es decir, intentar entender sus emociones y sentimientos.
- Ser comprensivos y tolerantes, no regañarlos nunca, no avergonzarlos delante de otras personas ni realizar comentarios negativos. Debemos tener en cuenta el gran esfuerzo que tienen que hacer para entendernos debido a las propias limitaciones.
- Ser flexibles, es decir, ser capaces de adaptarse a las necesidades y al ritmo de los enfermos, así como aceptar los cambios de papel. La flexibilidad, la adaptabilidad y la imaginación son instrumentos adecuados para afrontar situaciones de cambio.
- Dejarles todo el tiempo que necesiten para que hagan las cosas por sí mismos: animarles si encuentran dificultades y no precipitarnos nunca a solucionarles los problemas. Es preciso ayudarles sólo en el caso de que no puedan resolver las situaciones por sí mismos.
- Agradecerles lo que hacen, no regañarles ni exigirles lo que no pueden hacer, planificar la realización de actividades útiles, no sobrecargarlos y hacer pausas para descansar.
- Velar por la seguridad en todo momento: evitar ir a lugares peligrosos, mantener fuera de su alcance los productos tóxicos y las medicinas.
- La manera de ofrecerles una actividad, es crucial para que la acepten. A veces puede ser útil enfocarlo como un trabajo, pedirles que nos ayuden. Hay que explicarles lo que se va a hacer y hacerles propuestas, no imposiciones.
- No debemos obligarles a hacer algo en concreto si no quieren, sino distraerlos, cambiar de actividad o hacerla más corta y sencilla, o incluso dejarla para otro día. Es necesario suprimir las actividades que ya no pueden hacer y mantener sólo aquellas que saben hacer. Hay que permitirles que hagan lo que les salga espontáneamente.
Un post muy útil. En efecto, la actitud del cuidador juega un papel primordial en la evolución y en la calidad de vida de la persona dependiente. Gracias por compartir la información
Muchas gracias por el comentario.
Un saludo,