Existen numerosas evidencias empíricas de la proliferación de estrés en estas áreas, pero al igual que ocurre con los estresores, se han encontrado muchas diferencias individuales.

1. Conflictos familiares

Los conflictos familiares han sido objeto de atención al considerarse una de las posibles consecuencias negativas más comunes que el cuidado de una persona dependiente puede ocasionar. A través de datos de cuidadores de personas con demencia se identificaron tres dimensiones de los conflictos familiares (Semple, 1992):

  • Respecto a la definición de la enfermedad y de cómo proveer cuidado.
  • Cómo y cuántos miembros de la familia deben de cuidar a la persona dependiente.
  • Cómo apoyar al cuidador principal.

Se ha constatado asimismo, que los conflictos familiares son más comunes entre hijos/as cuidadores, que entre esposos cuidadores. Y que los conflictos familiares están relacionados con consecuencias negativas del cuidado, especialmente con sentimientos de depresión e ira (Semple, 1992; Aneshensel et al., 1995).

Algunos autores estiman (Aneshensel et al, 1995) que el cuidado de una persona dependiente puede adelantar o despertar conflictos familiares. En general y resumidamente, existe relación entre el cuidado y sus consecuencias en el ámbito familiar, al estar asociada un carga excesiva con exacerbaciones de los conflictos familiares. Estos conflictos pueden darse en muy diferentes formas, ejemplos: crisis en el seno de la familia cuando se deben de tomar decisiones importantes, como realizar o no tratamientos médicos, la continuidad del cuidado después de un período de hospitalización, traslados de la persona dependiente entre diversos domicilios, etc. Asimismo encontraron que en relaciones matrimoniales, una carga excesiva del cuidador principal, es una fuente de riesgo de conflictos matrimoniales.

2. Problemas laborales

Los problemas laborales de los cuidadores son otra posible común consecuencia negativa del cuidado. Los cuatro mayores predictores de conflicto entre cuidado y trabajo son los siguientes (Gibeau y Anastas, 1989):

  • La salud psicoafectiva de los miembros de la familia cuidadora.
  • El número de las tareas que el cuidador debe de realizar.
  • La presencia de hijos pequeños en la residencia del cuidador.
  • El que se entremezclen responsabilidades laborales al mismo tiempo que responsabilidades respecto al cuidado.
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Juntamente con los anteriores predictores conviene citar otros que están relacionados con un aumento del absentismo laboral y del estrés como son: género del trabajador, estado civil, nivel de cualificación laboral, ingresos familiares, flexibilidad laboral, etc. (Neal et al, 1993). Otros estudios han relacionado el nivel de severidad de la dependencia relativo a la intensidad necesaria de cuidado, como un predictor de conflictos laborales (Gibeau y Anastas, 1989).

3. Disminución del tiempo libre y de las actividades sociales

Otra de las mencionadas consecuencias del cuidado para el cuidador, es la reducción en el tiempo libre y en las actividades sociales, que el cuidado de una persona dependiente puede producir. Las actividades sociales y de tiempo libre están vinculadas al apoyo social, y es difícil encontrar investigaciones que las estudien exclusivamente.

No obstante se ha encontrado (Montgomery, 1996) que los cuidadores con restricciones en actividades sociales y tiempo libre, necesitan más tiempo (a nivel objetivo y subjetivo) para dar respuesta a esas demandas, que los que dicen no tener restricciones en su tiempo libre, ni en sus actividades sociales. En general, los cuidadores que perciben su situación de cuidado como muy demandante, pueden limitar sus actividades sociales y perder así posibilidades de encontrar apoyo social.

4. Evidencias de trastornos clínicos

Numerosas investigaciones han tratado de analizar la existencia y prevalencia de trastornos en el cuidador, y especialmente, sobre la naturaleza y prevalencia de los trastornos afectivos que son los comúnmente más experimentados por los cuidadores (Thompson y Gallagher-Thompson, 1996). Hasta un 40% de los cuidadores pueden padecer depresión mayor o menor y se dan altos niveles de síntomas o trastornos depresivos en familias cuidadoras (Gallagher, Rose, Rivera, Lowett y Thompson, 1989),. Por otra parte otros autores han encontrado altos niveles de sentimientos de ira y hostilidad (Gallagher et al, 1989; Anthony-Bergstone et al., 1988) en diversas investigaciones sobre cuidadores, que pueden causar en los mismos distrés. Otro trastornos mencionados en diferentes investigaciones y que no han tenido tanta incidencia en las publicaciones como la depresión, son los trastornos de ansiedad.

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En cuanto a la salud física, se han encontrado autoevaluaciones negativas de salud y presencia de síntomas psicosomáticos, así como que las situaciones de cuidado estresantes están relacionadas con problemas cardiovasculares e inmunológicos (Thompson y Gallagher-Thompson , 1995).