La capacidad de un individuo para soportar el estrés tiene un límite. El estrés prolongado provoca cansancio y tensión a nivel físico y mental, y aumenta el riesgo de contraer ciertas enfermedades, por lo que debe ser considerado como una amenaza para la salud.

Actualmente se sabe que existen mecanismos concretos a través de los cuales nuestro cuerpo responde a las situaciones de amenaza. Una vez que la persona ha identificado la señal de peligro, son tres los sistemas o ejes que se ponen en marcha como reacción al estrés, el sistema nervioso, el neuroendocrino y el endocrino.

  • El sistema nervioso autónomo es el primero en activarse, en cuestión de segundos, una vez identificada la amenaza. Lo hace principalmente, mediante la rama somática, responsable de la tensión muscular y pondrá en movimiento nuestro cuerpo; y la rama simpática que, a través de una sustancia llamada noradrenalina, encargada de transmitir los impulsos eléctricos de una neurona a otra, estimulará los órganos internos provocando el aumento del ritmo cardíaco, la dilatación de las pupilas, la agitación de la respiración y la elevación de la sudoración, entre otros cambios.
  • El sistema neuroendocrino tarda más en dispararse y, por tanto, necesita que las condiciones de amenaza se presenten de forma prolongada, durante un período de tiempo más largo.

Las glándulas suparrenales son estimuladas durante la respuesta de estrés y liberan unas sustancias denominadas catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) que ayudan a aumentar y mantener efectos similares a los descritos para el eje neural.

Esta reacción es la base fisiológica de la llamada respuesta de lucha —huída, puesto que nos prepara para hacer frente a las circunstancias, ya sea luchando contra ellas o bien retirándonos y escapando de la situación.

Se trata del eje que permite ponernos en marcha para llevar a cabo las actividades motoras destinadas a resolver el problema.

Las repercusiones más importantes, cuando entra en juego este sistema, recaen sobre los órganos cardiovasculares y, en particular sobre el corazón.

Una actividad excesivamente intensa y prolongada puede tener efectos altamente negativos sobre estos órganos y desencadenar alteraciones tales como hipertensión, anginas de pecho o infarto de miocardio.

El tercer eje, el endocrino, se activa de forma lenta y, por tanto, es el último en dispararse. Sin embargo, su acción se mantiene durante más tiempo, lo que significa que las consecuencias que tendrá sobre el organismo serán mayores.

La descarga hormonal puede tener efectos muy variados sobre el organismo, pero los más destacados son de tipo psicológico como la aparición de síntomas depresivos, de ansiedad o la sensación de miedo.

Todo esto ocurre debido a que la zona corporal más afectada durante la activación del sistema endocrino es el cerebro.

No menos importante son los efectos aparecidos sobre el aparato gastrointestinal, en especial los debidos a una mayor absorción intestinal y retención de líquidos y la recién descritas del sistema inmunológico, que hoy en día es el foco de atención de numerosas investigaciones.

Una debilitación de las defensas del organismo origina una mayor facilidad para enfermar y acelerar el desarrollo de alteraciones inmunológicos como el cáncer, podría llenarse una enorme biblioteca con libros referidos exclusivamente al estrés, y en ellos se encontraría mucha y muy diversas explicaciones sobre el término, pero todas compartirían un aspecto común.

La experiencia de estrés supone que la persona debe hacer frente a una serie de demandas o peticiones que superan sus recursos, de manera que ve incapaz de responder con éxito y salirse airosa de la situación.

Estas demandas pueden sobrepasar realmente sus capacidades. Pero, en otras ocasiones la demanda no nos exige tanto y es nuestra propia percepción de la dificultad que conlleva la situación la que nos hace responder con estrés.

El estrés no está determinado simplemente por la falta de conocimiento, sino por la apreciación que cada uno de nosotros hace de estos conocimientos, sea esta realista o no.

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