Piensen por un momento en su propia vida, sus recuerdos, sus rutinas y todos sus conocidos. Familiares, hábitos normales como ir a por el periódico o, incluso, su propio nombre. Todo se va almacenando de forma normal en nuestro cerebro como si fuese una libreta a la que podemos acudir en cualquier circunstancia. Hasta aquí todo parece normal en nuestras vidas. Eso era lo que le sucedía a Clive Wearing antes de comenzar su pesadilla por culpa de una enfermedad muy común.

Clive era un director de orquesta, diestro pianista que trabajaba como músico. Su pasión, algo que se le daba especialmente bien, le permitía además de querer vivir, poder hacerlo. La otra alegría que tenía en la vida era su mujer, Deborah, por quien profesaba un amor muy profundo que trascendía todo lo inimaginable. Todo parecía sonreírle hasta que un día algo trastocó su cerebro, dejándolo completamente incapacitado para desempeñar ninguna función.

Una mañana se levantó y, trastornado comenzó a realizar preguntas. No recordaba quién era, qué hacía allí o cómo había llegado. Su mujer trató de ayudarle, pero aunque sabía que la quería, no recordaba tampoco su nombre ni era capaz de retener información alguna sobre lo que le iban contando. La esposa, aterrada, lo llevó a un médico para tratar de diagnosticar el caso. Aunque en un principio se le supuso algún tipo de enfermedad menor y pasajera, la verdad es que había sufrido un raro caso de evolución de algo muy común.

Un simple herpes había atacado su cerebro, causándole una encefalitis y dinamitando el hipocampo, que viene a ser la región donde se van almacenando los recuerdos. Para complicarle aún más las cosas, también había perdido la capacidad de crear nuevos recuerdos, por lo que se había convertido en una persona que no tenía ni pasado ni podía crearlo, por lo que todo lo tenía que revivir cada día. Lo único que podía conservar era su capacidad para tocar el piano y su ferviente amor por su mujer.
Desde ese momento sólo tenía capacidad para retener lo que había sucedido durante los 7 segundos anteriores, por lo que le era imposible conciliar su propia vida. Su mujer, aunque aguantó durante muchos años a su lado, finalmente se divorció de él. Aún así lo sigue visitando con regularidad, ya que sin lugar a dudas es un apoyo para él y le ayuda a mejorar levemente, aumentando la franja de tiempo hasta los tres minutos, como si fuese una pequeña concesión.
Se han realizado un documental y una película basadas en su propia vida, que han cosechado un gran éxito por parte de la crítica. Su caso, especialmente trágico y estadísticamente dramático, concentraba las dos posibilidades que hay a la hora de perder la memoria, convirtiéndolo en una persona que sólo tiene capacidad para frustrarse. Y para que pueda empatizar imagine lo que sería poner un reloj y que, cada vez que sonase una alarma de siete segundos tuviese que volver a comenzar todo de nuevo.

No sabría quién es cada persona de las que le rodea, no podría establecer una conversación, no sería capaz de ver una película y, por supuesto, no sería capaz de leer un libro. De hecho no sería capaz de leer ni tan siquiera una simple página, ya que cada vez que acabara no retendría ninguna información de lo que acabara de suceder. Al final todo sería una simple repetición una y otra vez de lo mismo. El mayor problema es que esto no le impide sentirse frustrado una y otra vez de forma eterna, ya que la sensación de no saber por qué pierde la memoria le ha acompañado desde que comenzó todo.
Si bien es cierto que ha conseguido publicar un libro contando su autobiografía y relatando el suceso y la tortura que tuvo que pasar, la verdad es que demostró toda una gran entereza a la hora de aguantar la depresión que supone ver que la persona a la que amas se queda estancada en una isla temporal sin posibilidad de mejora. A pesar de la separación sigue queriéndolo y sigue respetándolo, solo que ahora no tiene que preocuparse tanto por su estado gracias a sus cuidadores.
Completamente desolado, esperando lo mismo que esperan las personas con demencias seniles o alzheimer, este paciente aguarda cada día la llegada de la única persona que ocupa su mente. Mientras tanto le animamos a que hagan algo hasta que ese momento llegue. Les proponemos que piensen por un momento en su propia vida, sus recuerdos, sus rutinas y todos sus conocidos… ¡No dude en compartir este artículo con todo el mundo y en dejar un Me gusta en nuestra página de Facebook!
En la actualidad vive internado en un asilo, donde le es posible recibir atención personalizada de una enfermera que lo cuida y que le permite a su exmujer poder visitarlo de forma asidua. Ella, por su parte, simplemente decidió separarse no para comenzar una nueva vida con otra persona, sino para poder vivir la suya propia a solas. Su exmarido sigue queriéndola como la primera vez que se conocieron, pues la emoción que siente se mantiene exactamente igual.