10 características imprescindibles para ser un buen cuidador de ancianos

 

Un cuidador de ancianos, ya se trate de un profesional o de un familiar a cargo, no solo debe estar capacitado para prestar cuidados físicos. Atender a una persona mayor va mucho más allá, ya que implica una relación continua durante muchas horas al día, especialmente cuando hablamos de personas que no pueden valerse por sí mismas.

Respetar los derechos y la dignidad de las personas mayores es el primer paso para establecer una relación satisfactoria entre ambos, cuidador y anciano. Un buen cuidador debe tener presente en todo momento que dar un buen trato es la mejor manera de reconocer al otro como un igual. De esta manera se evita caer en la despersonalización de la atención a los ancianos.

El objetivo, además de acompañar y atender en las necesidades básicas, es construir un envejecimiento digno tratando de favorecer la autonomía del anciano y haciéndolo partícipe de la toma de decisiones en lo que respecta a sus cuidados.

Para atender a una persona mayor no solo hacen falta aptitudes profesionales. Es necesario trabajar el aspecto humano de la profesión.

 

A continuación, vamos a analizar las 10 características imprescindibles para ser un buen cuidador de ancianos.

 

1. Tener vocación

La vocación es, sin ninguna duda, una cualidad imprescindible para un cuidador de ancianos. Las profesiones relacionadas con el trato a los demás, en especial, la atención a personas dependientes, exigen gran dedicación física y psicológica. Por ello, la vocación de servicio es tan importante para atender a una persona mayor con todo el esmero que requiere y sin despersonalizar al anciano.

2. Tener empatía

La empatía es probablemente la principal característica de un buen cuidador de ancianos. Es fundamental saber ponerse en el lugar de la persona mayor a la que se atiende, tratando sus demandas con normalidad y respeto. En definitiva, se trata de mostrar nuestro lado más humano poniendo el foco de atención en la situación de vulnerabilidad del anciano. Hay que tratar de romper la distancia para conseguir un trato cercano y familiar, mantenido siempre el respeto a la individualidad y a la intimidad.

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3. Ser servicial

Atender a una persona mayor implica que hay que estar disponibles en todo momento y dispuestos a servir de manera rápida a sus peticiones. Éstas pueden ser cuidados físicos, como asearlos o darles de comer, o simplemente escucharles y tratar de solucionar cualquier problema que plantee el anciano. Ser servicial significa ser diligente y generoso con una actitud positiva.

4. Ser paciente

Muchas personas mayores se pueden mostrar exigentes, olvidar cosas, tener dificultades para moverse. En ocasiones, se sienten demasiado controlados. Un buen cuidador de ancianos necesita un alto grado de paciencia y ser consciente de que es algo natural. En ciertos momentos, pueden producirse situaciones tensas o de mucha presión. Hay que ser paciente para sobrellevarlas con tolerancia y comprensión para resolver con eficacia los conflictos que puedan surgir.

5. Poseer inteligencia emocional

Ser psicológicamente estable y saber gestionar las emociones es una cualidad intrínseca a un buen cuidador de ancianos. Es necesario potenciar estas habilidades para controlar los impulsos, los sentimientos negativos, el estrés y la frustración para afrontar con entereza las situaciones cotidianas que se puedan presentar.

6. Capacidad de comunicación

Atender a una persona mayor con la calidad que merece implica poseer habilidad para hablar y escuchar activamente. Esto es importante para que el anciano se sienta apreciado y para ayudarle a trabajar la memoria, a prevenir la depresión y hacerle sentirse partícipe de sus cuidados. Un buen cuidador de ancianos debe interaccionar para generar confianza y seguridad, así como para establecer un vínculo con la persona mayor.

7. Buen estado físico

Manejar a un anciano con un alto grado de dependencia, falta de movilidad o deterioro cognitivo requiere fuerza física y ciertas habilidades para moverlo sin hacerle daño a él ni a nosotros mismos. Por tanto, el cuidador necesita un buen estado de salud físico para trabajar de forma adecuada.

8. Ser observador

Saber detectar cambios en el anciano, ya sean físicos o en su estado de ánimo, es muy importante, puesto que en esta etapa de la vida pequeñas alteraciones pueden darnos mucha información sobre su salud física y mental. Además, un cuidador de ancianos debe ser capaz de entender cuándo la persona necesita disponer de su espacio, de su intimidad, para que no se sienta invadida.

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Hay que tener presente que el papel del cuidador es ayudar sin limitar el espacio personal del anciano. De la misma manera, hay que poder percibir en qué momentos el anciano desea compañía y cuándo prefiere estar solo. El acompañamiento de una persona mayor requiere vigilancia respetando la privacidad.

9. Transmitir energía positiva

Incluso en el caso de que se esté trabajando con una persona que no posea todas sus capacidades cognitivas, con movilidad reducida o que esté tenga cualquier enfermedad, el cuidador debe saber transmitir energía positiva para influir en el estado de ánimo del anciano.

En la última etapa de la vida no debe faltar la alegría ni la ilusión. Un buen cuidador de ancianos debe mostrarse optimista para ayudar a la persona a superar sus altibajos emocionales.

10. Saber autocuidarse

Para poder cuidar a otros hay que saber cuidarse uno mismo. En el caso de los cuidadores de ancianos esto cobra gran importancia, ya que el desgaste físico y psicológico puede llegar a ser importante.

Ser capaz de prestarse atención a uno mismo y saber pedir ayuda es necesario para cumplir con la función de cuidador. En caso contrario, se puede producir el síndrome del cuidador quemado a causa del estrés prolongado y el cansancio físico.

Un cuidador de ancianos también debe tener conocimientos y habilidades profesionales para ejercer su labor. Sin embargo, las cualidades personales son indispensables en un trabajo en el que la implicación, la vocación y el servicio a los demás es la parte más importante. En caso contrario, la relación con el anciano se verá deteriorada y la el estado anímico de ambos se puede resentir.

 

Te mostramos en una infografía que es lo que más valoran las familias a la hora de contratar a un cuidador profesional

 

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